Monasterio Cisterciense Santa María la Real de Villamayor de los Montes -Burgos, España-

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JUNTOS HACIA DIOS- por madre Ana

Comentario al libro recibido en Cuaresma

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¡Disfruto mucho! Y quiero compartirte...

Frutos de la lectura que se nos encomendó para este tiempo cuaresmal, a modo de notas, reseñas, etc...

“Juntos hacia Dios” Vida consagrada y comunidad- Carlos L. García Andrade

El libro “Juntos hacia Dios” Vida consagrada y comunidad, es el que me ha correspondido en Cuaresma, me ha gustado muchísimo, es muy actual y me da herramientas para poder trabajar en una espiritualidad de comunión.
El primer milenio,- dice el autor Carlos L. García Andrade, se ha caracterizado por una espiritualidad intimista, individual, “Dios y yo”. El segundo milenio la espiritualidad ya pasó del amor de Dios y a los pobres, a los desheredados. Y el tercer milenio, en el que estamos, ésta búsqueda de Dios, configuración con Cristo en medio de su pueblo, se hace mediante el amor recíproco en la comunión y en la  reciprocidad.
Compruebo que nuestra comunidad va marcando esta línea, según nuestro carisma: fieles buscadoras de Dios, nos queremos dejar moldear por el Espíritu Santo para configurarnos con Cristo, que está en medio de la comunidad; y el Dios de nuestra oración es el Dios que nos une en comunión y en la pluralidad.
Estamos en camino…
La clave y la novedad de esta espiritualidad de comunión es que la caridad se orienta a suscitar la reciprocidad. El amor que busca la comunión intenta que en la hermana tenga lugar la respuesta libre del amor recíproco. Esto- dice el autor- es un pequeño milagro. Este es el punto que establece la diferencia, en la espiritualidad de  comunión el amor es gratuito pero tiene un objetivo preciso: suscitar la libre respuesta amorosa. Y tenemos un ejemplo en Jesucristo: para indicar la necesidad del amor mutuo, lavó los pies a sus apóstoles y luego les invitó: “también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros” (Jn 13,14)

 Brevemente, pongo unos instrumentos para crecer en esta espiritualidad de comunión:
-      Compartir la experiencia de la fe: donde el vínculo de la fraternidad se hace tanto más fuerte cuanto más central y vital es lo que se pone en común. Las formas de comunicar los dones espirituales son diversos y coinciden con los que practicamos con naturalidad: el compartir la Palabra, las experiencias, y los diálogos fraternos, (éstos van lentos y son un gran desafío que tenemos para crecer)
-      El perdón recíproco. Todas contamos con los fracasos y las debilidades de las hermanas. El camino sacramental es bueno, sin embargo el perdón no debe reducirse solo a eso, hay que trabajar nuestro interior para no hacer juicios definitivos: “esta no va a cambiar más”, porque a la hermana la cierran la posibilidad de mejorar. Tendremos que decir en público nuestro propósito de no juzgar y de esperar siempre de las demás.
-      Prioridad del amor mutuo. Es importante que cada hermana se sienta amada de la otra y el mayor amor es dar la vida.  Es bueno hacer un pacto que se renueve en la comunión eucarística todos los días y revisarlo con frecuencia.
-      La corrección fraterna como otro instrumento para crecer en la espiritualidad de comunión, pues en la espiritualidad individualista esto supone un camino de juicios y venganzas, mientras que la corrección fraterna nos lleva a no juzgar sino a hacernos compañera de la que yerra, cargar con sus pesos y compartir las dificultades hasta conquistar a la hermana. Es un camino de santidad común, todo lo de la hermana me interesa.

Lo decisivo es reforzar la convicción de que nuestra comunión no consiste solo en estar unidas personalmente con Dios sino entre nosotras, con vínculos divinos. El Dios que vive en mí y el Dios que vive en ti deben madurar trinitariamente en el Dios que vive entre nosotras. Así madurará esta espiritualidad de comunión, vivificando a la Iglesia y a la vida consagrada, en este tercer milenio como parece proponer el designio de Dios.                                                  M. Ana



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