Monasterio Cisterciense Santa María la Real de Villamayor de los Montes -Burgos, España-

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Santa Sinclética, una Madre del desierto

Nuestra hermana Antonia nos lo compartió en Capítulo.

FOTOAntonia a la derecha, acompañada por sor Fides y sor Amada.

Antonia a la derecha, acompañada por sor Fides y sor Amada.

Les voy a contar la historia de una Madre del desierto que me ha ayudado mucho en mi vida monástica, a la cual le he tomado un cariño especial, la considero una amiga. A medida que leía sentía que estuviera conversando con ella personalmente. Ella es Santa Sinclética.

FOTOAntonia, sentada junto a nuestra madre abadesa, en compañía de otras hermanas.

Antonia, sentada junto a nuestra madre abadesa, en compañía de otras hermanas.

virgen peregrinaNacida en una familia noble y cristiana, que se había trasladado de Macedonia a Alejandría, tenía una hermana ciega y dos hermanos que murieron prematuramente. Después de la muerte de sus padres, Sinclética que había decidido consagrar su virginidad a Cristo, se retiró con su hermana a un sepulcro no muy  lejos de la ciudad. Cuando ya había distribuido todos sus bienes entre los pobres, se cortó el pelo como signo de renuncia al mundo y vivió en la soledad, entregada a la ascesis y a la oración. Su Santidad y su prudencia hicieron que las vírgenes de los alrededores le visitasen y le consultasen con frecuencia, desempeñando con ellas un papel análogo al de San Antonio respecto de sus discípulos. Cerca ya de los ochenta años muere de cáncer, después de tres años de grandes sufrimientos.
La vida de Sinclética debe mucho a la vida del padre de los monjes. La Santa de familia noble como Antonio distribuyó todos sus bienes entre los pobres y se retiró a vivir en una tumba. La renuncia total a los bienes de este mundo se presenta también en ella en la perspectiva evangélica de abandono en la Providencia de Dios y de ir en pos de Cristo, de acuerdo con la invitación hecha al joven rico. La esperanza del Reino de los Cielos está presente también en ambos. Todos los bienes de este mundo no valen nada en comparación con los bienes eternos. Ellos aventajan a todos las demás Vírgenes en esta vida de renuncia y ascesis.
Paralelamente también encuentran al diablo en su camino como león en busca de presa que ataca a los monjes y a las Vírgenes; vivir vigilante, sobre todo de hacerse fuerte contra los pensamientos impuros. La lucha contra la impureza es la primera que hay que poner por obra; recurre a las mismas armas de Antonio, una mayor ascesis y una oración más insistente. El Señor permite que la lucha se prolongue a fin de acrisolar su virtud. Se apoyaba en las palabras de Pablo (Flp 3,13), que Antonio meditaba continuamente, siguiendo el consejo de Antonio al comienzo de su sermón: “Las Sagradas Escrituras bastan para nuestras enseñanzas”. A Sinclética la atacaba interiormente el demonio con pensamientos gravemente perjudiciales.cruz_anónima 

Su vocación: Era aún una niña cuando su alma comenzó a formarse en el amor a Dios y cuidaba menos de su cuerpo que de su alma; su extremada hermosura hizo que tuviese numerosos pretendientes, atraídos unos por la riqueza, otros por la nobleza de sus padres; seducidos todos por su belleza. Sus padres la inducían vivamente a contraer matrimonio con el deseo de continuar la tradición familiar, pero ella con su sensatez y entereza de alma, se plegaba a us indicaciones. Se le hablaba de un matrimonio humano, pero ella pensaba en el matrimonio divino, solo el esposo divino gozaba de sus preferencias. No se dejó seducir por nada, como un diamante se mantenía en sus decisiones, ni la muerte de su padre pudo debilitar su fortaleza, no la enternecía. Cerrando todas las puertas de sus sentidos, conversaba con su esposo y repetía las palabras: “Mi Amado es para mí y yo soy para mi Amado” (Ct 2,16); huía de las conversaciones que podían.
Por un amor al ayuno, se entregaba a debilitar su cuerpo, vigorizaba su alma, según dice el apóstol “aun cuando el hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se va renovando” (2Co 4,16). No se dejaba arrastrar a los placeres de la carne, como un árbol en pleno crecimiento, con el ayuno y la oración apartaba los pensamientos que no eran más que retoños espúreos, cada vez que tenía que enfrentarse con el enemigo, comenzaba a pedir el auxilio de su Maestro en la oración. Una vez hecha la oración el Señor se presentaba y el enemigo huía.
Su vida apostólica, envuelta como estaba en fe y en pobreza, resplandecía en caridad y humildad. Ponía en práctica la palabra de salvación “pisará sobre el león y la víbora” (sal 90,13), viviendo en la soledad se entregaba a la práctica de las buenas obras; con el tiempo sus virtudes fueron conocidas y el “buen olor” (2 Cor 2,15) de sus gloriosos trabajos pues “no hay nada encubierto, dice la Escritura que no haya de ser descubierto” (Mt 10,26).
Ella plantea que todos sabemos cómo salvarnos, pero por nuestra propia negligencia ponemos en peligro nuestra salvación; hay que cumplir lo que hemos aprendido: “Amarás al Señor con todo el corazón y con toda el alma y con toda tu mente  a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22, 37, 39), la llamaba la doble caridad. Aunque permanezcamos recogidas en casa  no nos debemos dormir, sino que debemos estar vigilantes “velad” (Mt 24,42).

 Con respecto a la fornicación plantea que es duro el combate contra el espíritu, se sirve el enemigo para la ruina del alma. Al contrario de la pobreza ella dice que es un bien que da mucha fortaleza. Pero para adquirirla primero hacen falta ayunos, dormir en el suelo y penitencia, hace referencia al joven rico. El salvador al dirigirse al joven rico no le dijo de buenas a primeras que renunciara a sus bienes, sino que le preguntó primero si había guardado los mandamientos. Y es ciertamente el Maestro quien le dice: “si sabes las letras, si conoces las silabas, si las tienes en el vocabulario, ponte a leer sin más, es decir: Anda vende lo que tienes, y luego ven y sígueme” (Mt 19,21), si él no hubiera dicho que había guardado los mandamientos, el Señor no le hubiera invitado a renunciar a todo. Pues si entre vosotras hay algunas que no conocen las silabas ¿Cómo podrá ponerse a leer?
La pobreza hace avanzar en la virtud. Hay que tener una vigilancia continua porque el enemigo se quiere introducir en nuestra casa, unas veces se centra en los cimientos, que son las buenas obras, otra por el techo que es la Fe, otras por la ventana que son los sentidos. El enemigo ataca en todos los frentes. En la lucha contra el orgullo y la desesperación, hay que tener dos cosas, volver a tus antiguos pecados o bien ser derribado de tu carrera: el demonio cuando ve al alma descuidada, la arrastra tras de él, y si está llena de celo y de generosidad, la ataca sutilmente por el orgullo y la pierde sin remisión.
Este mal del orgullo va precedido de otro: la desobediencia. La obediencia es la que cura esta ulcera que corroe el alma “mejor es obedecer que sacrificar”. La virtud contraria al orgullo es la Humildad es el mayor de los bienes, pero es el más difícil de adquirir; ella contiene a todas las virtudes como en un ramillete. La humildad solo es cierta a través de las afrentas y de las injurias, en medio de los insultos, hasta llegar a considerarse como un necio y estúpido, indigente, pobre y ruin, son los nervios de la humildad. Esto es lo que Nuestro Señor tuvo que soportar (Jn 8,48) le escupieron en el rostro y le abofetearon (Mt 26,67).

 No hay cosa más funesta que la murmuración, plantea la Santa, y algunos hacen de ella como su alimento. No hay que darle oído a palabras necias. Guardar el alma de superfluidades.

vírgenesVelemos, por tanto, sobre nuestra lengua y sobre nuestros oídos para no decir y escuchar murmuraciones. Está escrito: “No prestarás oído a falsos testimonios” (Ex 23,1) y “al que infama al prójimo en secreto, a ese lo aniquilo” (Sal 100,5). Amar a los enemigos y a los pecadores. No odiemos a nuestros enemigos, es la misma voz de Cristo la que nos manda (Mt 5,46). Estas son algunas de las enseñanzas de la venerable y virtuosísima Sinclética, que predicaba más con el ejemplo que con la palabra.
Murió a los 80 años de cáncer, el diablo la atacó como a Job pero no pudo con ella; su alma no desfallecía en absoluto, siempre encontraba ocasión para luchar contra el maligno, más bien curaba con buenas palabras a los que el enemigo había herido.
Al tiempo de alcanzar la victoria y recibir la corona fue recreada con visiones por los ángeles y animada por las Santas Vírgenes que la invitaban a salir de este mundo. Contempló el resplandor de la luz indeficiente y del Paraíso.

 



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