Monasterio Cisterciense Santa María la Real de Villamayor de los Montes -Burgos, España-

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SAN ANTONIO ABAD

Padre del monacato anacorético o solitario

FOTOSan Antonio abad

San Antonio abad

"No basta con limpiar la fachada, necesitamos una conversión profunda del corazón, una madurez espiritual real, que dé equilibrio a nuestras relaciones fraternas"
Nuestros Padres del desierto vivían una separación del mundo, soledad, ascesis, unión con Dios...y nunca han sido hostiles al diálogo y a las relaciones fraternas.

Antonio, el Padre de los monjes decía: "Del prójimo vienen la vida y la muerte. Si ganamos al hermano, ganamos a Dios y, si escandalizamos al hermano, pecamos contra Cristo".

De lo que estaban seguros es que para tener contacto con el mundo, un monje debe tener una intensa vida de oración y unión con Dios. Dios les envía a los hombres cuando tienen las pasiones curadas.

El deseo del monje no está en el contacto con el mundo sino en Dios y todo monje tiene ocasión de dar testimonio de Dios a los demás: visitas, correspondencia, viajes, consultas médicas, e incluso estancias en clínica...es ocasión de vivir en hermandad con la humanidad y testimoniar la alegría de vivir para Dios; dar a Dios con su vida, pero...si solo lleva el hábito, decepcionará y dejará a los hombres en su mediocridad...

Si nos separamos del mundo, es para orar, sufrir y ofrecernos a Dios por él...
El monje debe dar al laico lo que éste no encuentra en el mundo. La soledad, la separación del mundo, el vivir en el monasterio nos debe volver más abiertas  pra compartir con los demás por medio de nuestras hospederías o reuniones de laicos...
¿Cómo llegar a ser contemplativas de verdad?

Cada una tenemos nuestra llamada a la vida cisterciense. La llamada de Antonio es clara:
Escucha la Palabra, reflexiona, se retira a la soledad por fidelidad a Cristo y para imitar a la Iglesia primitiva, desprendido de todo para vivir solo para Dios.

En el desierto, su nueva vida, tiene como ocupaciones:

-atención a sí mismo con gran disciplina
-la sumisión a un anciano como medio de renuncia interior, para recibir el espíritu de la Iglesia y de la Tradición.
-y como elementos externos: el trabajo manual para alimentarse y ayudar a los pobres; la lectura atenta y recitada de la Sagrada Escritura que busca la presencia viva de Cristo; la oración que alaba, escucha y suplica a Dios.
-Antonio ve y busca la perfección en el amor: todos le amaban porque él amaba a todos; se sometía con gusto a los fervorosos que visitaba; se fijaba en la virtud o ascesis o fervor de cada uno; en la amabilidad de éste, en la austeridad del otro, en la oración asidua de aquél, en la serenidad, en la bondad, en las vigilias...virtudes destacadas de cada hermano...

Buenas lecciones para nosotras, monjas del siglo XXI...que Dios nos bendiga a todas...


Más información en la web:

- ¡Acércate a nuestra raíces!- San Antonio Abad


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