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¿Qué escriben nuestros laicos sobre La oración?

Compartido en el último encuentro- Noviembre 2014

En la Iglesia de nuestros días, está candente la exhortación a ¡ORAR! Máxime cuando el papa nos anima a ello, en el contexto del inicio del AÑO DEDICADO A LA VIDA CONSAGRADA. Ha sido providencial que nuestros hermanos laicos, se reunieran para compartir sobre LA ORACIÓN. Transcribimos las palabras del papa, y seguidamente podréis leer las aportaciones de Ignacio y Antonio.

El Papa Francisco recibió el jueves 27 de noviembre 2014, en el Vaticano a los participantes de la Plenaria de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica. Recomendó especialmente a los religiosos no abandonar la oración. El Sucesor de Pedro se refirió a sí mismo como consagrado (es el primer papa religioso en 182 años)

Entre todos los medios que la sabiduría de la Iglesia pone a disposición para avanzar por el camino de vuestra santidad personal y comunitaria dijo: Y el más importante de estos medios es la oración: también la oración gratuita, la oración de alabanza y de adoración. Nosotros, los consagrados, estamos consagrados para servir al Señor y para servir a los demás con la Palabra del Señor, ¿no es así? Decid a vuestros nuevos miembros –por favor–, decidles que rezar no es una pérdida de tiempo, que adorar a Dios no es una pérdida de tiempo, que alabar a Dios no es una pérdida de tiempo. ¡Si nosotros, los consagrados, no nos detenemos cada día ante Dios en la gratuidad de la oración, el vino se convertirá en vinagre!

FOTOLa riqueza de convivir los hermanos unidos

La riqueza de convivir los hermanos unidos

LA ORACION COMO CONVERSACION CON DIOS

 Hay un lugar comantonioún entre la oración comunitaria y la personal, y es la oración con el corazón. Hay muchos tipos de oración: de alabanza, de perdón, de sanación, vespertina, de intercesión, pero todas ellas suponen un encuentro íntimo con Dios. Como en cualquier encuentro con alguien a quien queremos, a veces nos sentimos habladores, otras veces eufóricos, profundos, otras disipados...así es mi encuentro en la oración con Dios: un diálogo personal y mágico de conversación entre padre y un hijo.

 LA ORACION COMO RESPUESTA
Desde pequeño me planteaba la existencia de Dios, y cual era sería su manifestación en mi vida; vamos, que ansiaba con que se me apareciera. Ello me planteaba, en mi ignorancia de la fe profunda, una cierta decepción, ya que miraba hacia arriba y parecía que hablara solo, que no respondía a mi llamada. Tras mi conversión y en el descubrimiento del amor de Dios, me di cuenta que cuando rezaba, a veces con una simple oración de repetición, me venían a la cabeza ideas, respuestas del Señor a mis dudas, a mis nebulosas, aportando la luz. Es a veces  "el sabio consejo" de un Padre, que en silencio escucha las preguntas de un hijo que no sabe y que con una sola mirada, un gesto o una palabra, te responde.
Es por ello que en ciertos momentos acudo al Señor y por la vía de la oración recibo contestación a mis preocupaciones, a mis deseos, a mis miedos a mis dudas…y casi siempre a través de la oración consigo discerniry fijo esa línea de separación entre el mal y el bien. No hace falta escribir la pregunta en un papel, porque Él sabe leer en tu corazón, basta con tenerlo abierto. Es por ello, y una vez más, debo repetirme la necesidad de "orar con el corazón" a veces tan difícil de conseguir. Me encanta la definición que hace Santa Teresita del Niño Jesús: "Para mí la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría"

 LA ORACION COMO RENOVACION DE LA ALIANZA DE DIOS
La oración es también para mí una llamada, 
una llamada atendida con la razón. La oración no es  un acto reflejo o espontaneo sino de un acto consciente, requiere una acción, una acción del corazón consciente y real.

Es una llamada de amor cuando sientes que el Señor te llama a que reces o intercedas por alguien, cuando le alabas como gesto de gratitud, de renovación de un amor en común-unión.

 LA ORACION CALMANTE
En los momentos más difíciles de mi vida, he utilizado la oración como bálsamo para mis heridas, como terapia que me alejara de una realidad que no quería ver ni oír, una realidad alejada de Dios. 
La oración no nos deja casi nunca indiferentes, a veces no nos da las respuestas, pero si la paz, la calma, la tranquilidad.

La oración tampoco ‘puede/ debe’ ser el yoga cristiano o el consultorio psicológico donde vamos a reflexionar sobre nuestras inquietudes.

LA ORACION DE INTERCESION.
Este tipo de oración la descubrí en Villamayor. Entendía que era la oración de Alabanza, incluso entendía la oración contemplativa (en mi abuela por ej. al rezar el Rosario cada tarde), pero la oración de intercesión era nueva para mí. Esta me costó más de comprender. Me sorprendía como esencia de la vida monástica contemplativa, el ver a unas monjas que rezaban no solo por personas con nombres y apellidos, sino por personas que ni siquiera conocían, me parecía irreal y lo más sorprendente es que sus plegarias además funcionaban.

 EL PODER DE LA ORACIONEs la esencia de todo. En la oración entendí lo que era la gracia de Dios y cómo se manifestaba en las personas, y que debemos rezar por la salvación del mundo, ensanchando el corazón. ¿Cómo sienten la llamada de la oración de intercesión las monjas? ¿Hacia quien la dirigen y por qué? Intuyo que por la acción del Espíritu Santo, pero es algo que ellas nos responderán mejor. Si creemos en la fuerza de la oración, esto implica estar atentos a las llamadas del Señor para que intercedamos por los demás, como máxima expresión del amor más amplio, generoso y desprendidoDios no se resiste a la oración humilde de corazón pura, buena, pero siempre haciendo su voluntad.

La única oración que nos dejo Jesucristo fue el PADRE NUESTRO, que es la misma que Él mismo hizo a su Padre. Al rezarla, nos unimos a Jesucristo y a él nos unimos en sus plegarias.

Ignacio por su parte nos ofreció esta reflexión:

LA ORACIÓN
Tengo que reconocer que en otras ocasiones cuando he tenido que preparar un tema he buscado lecturas a propósito para hacer un estudio y una síntesis del asunto. En esta ocasión he preferido dejarme guiar por mi espíritu con espontaneidad en lugar de hacer un trabajo más estudiado y preparado.

  La frase que me inspira mi espíritu para hablar de la oración es, " Si escucháis mi palabra y permanecéis en elignala conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. Para mí está claro que la oración comienza siempre por una escucha. Tenemos un hecho contrastado entre nosotros de que todos hemos venido al monasterio de diferentes maneras porque de alguna manera nos han llamado de diversas formas, no ha sido una casualidad. El señor se vale de muchas maneras, amigos, internet, visitas casuales etc.. Para llamarnos hasta que estamos prontos a escuchar.

 A lo largo de nuestra vida Dios se nos manifiesta y nos llama de diversas maneras, pero depende de la actitud y disposición del que escucha que empiece una relación con Dios. Eso es precisamente la oración, un encuentro, un diálogo con nuestro padre que viene a nuestro encuentro y se nos manifiesta.

 Cuando dialogamos con Él, lo podemos hacer de diversas maneras; si estamos arrepentidos por algo que hemos hecho, le pedimos perdón y experimentamos su amor y misericordia con nosotros. Si estamos agobiados y preocupados por algún problema le pedimos ayuda y si estamos contentos le damos gracias como a un amigo que se porta bien con nosotros y se lo agradecemos.

 Hay por tanto diversas formas de hablar o de dialogar con Dios pero la mejor de todas es cuando la Oración se convierte en alabanza porque cuando uno alaba expresa el gozo de su corazón que se siente inundado del amor y experiencia de Dios. Es un sentimiento inefable acompañado de un desprendimiento del yo, de una liberación del tiempo y del espacio, que nos hace fundirnos con él, en una contemplación de su infinitud, que podemos experimentar por nosotros mismos.

 El problema es que la vida diaria, junto con la preocupación y quehaceres de la vida, nos hacen perder el equilibrio entre trabajo y oración, y por tanto es muy difícil experimentar este estado con una mente agitada e inquieta por tantas cosas. La escucha y meditación DIARIA de la palabra de Dios nos ayuda a equilibrar este binomio en nuestra vida, para poder tener una vida más plena y más serena, incluso en medio de los problemas y dificultades. Este es un ejercicio que requiere, como todo en la vida, de una disciplina y de una práctica diaria, que con el tiempo se interioriza y se naturaliza.

 Me gusta la cita del principio por que la palabra de Dios nos enseña la verdad y nos hace libres, libres de las ataduras, de los miedos, de los problemas, de los agobios y si conseguimos liberarnos de todo, de vaciarnos de nosotros mismos, nos llenamos de él y eso es la verdadera oración, la contemplación de Dios, de reconocerle antes de morir, por que le veremos tal cual es y será semejante a nosotros.
 En la lectura del evangelio de hoy se nos dice que el reino de Dios no está aquí o allá, sino que está dentro de nosotros. No hay que ir muy lejos, por tanto, a buscarle, sólo hay que dejarle hablar y escucharle. Una vez iniciado el diálogo, se iniciará de modo espontáneo una búsqueda y un deseo de encontrarle y es en ese momento donde podemos hacer de nuestra vida una oración continua , incluso en medio de la vida en el mundo.
 Precisamente en medio del mundo es donde desarrollamos y transmitimos la fuerza recibida en la oración, en concreto con nuestro prójimo. Tenemos infinitud de ocasiones a diario de probar nuestra fe y nuestra escucha, perdonando las ofensas de los demás , aceptando las contrariedades y limitaciones propias, ayudando al que lo necesita, siendo tolerante con los demás y también con nosotros mismos, para volver a la oración a coger fuerzas cuando se debilitan, en lugar de caer en la tristeza y frustración. No hay que olvidar que Dios quiere más nuestra disponibilidad que nuestra habilidad, y sobre todo, que Dios no elige a los más capaces sino que capacita a los elegidos.

 Todos los Días podemos escuchar a Dios, pero si de vez en cuando nos vamos a un sitio solitario y apartado, como el monasterio, podemos compensar un poco el tiempo en exceso que no le dedicamos habitualmente.

 Por ultimo me gustaría hacer una reflexión sobre como orar. Nuestra mente es similar a las llamas de un fuego, siempre se está moviendo de un pensamiento a otro y es muy difícil de controlar. La verdadera oración es en la que te vacías de todos tus pensamientos y necesidades y te llenas del amor de Dios pero sólo unos pocos privilegiados pueden llegar a este estado de contemplación, después de mucha práctica y preparación. En lugar de luchar con nuestra mente, podemos sustituir un pensamiento con otro, si recitamos oraciones, siendo consciente y sintiendo lo que decimos. Otra cosa que ayuda sobre manera, es sustituir un pensamiento por otro y leer como hemos dicho antes la palabra de Dios, que nos inspirara nuestro espíritu de manera que lo podamos meditar, rumiar y contemplar. Es el ciclo lectio , oratio, meditatio y contemplatio.

 Siempre es una gracia escribir sobre un tema por que verdaderamente lo que dice la boca o se escribe como en este caso sale del corazón  y a veces podemos decir y escribir cosas muy bellas que están dentro de nosotros de las cuales no tenemos muchas veces constancia.

 Ignacio, Encuentro Noviembre 2014

 



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