Monasterio Cisterciense Santa María la Real de Villamayor de los Montes -Burgos, España-

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A propósito de Guillermo de San Thierry

Reflexión de Ana Mª sobre un padre cisterciense, discípulo de san Bernardo.

FOTOAna Mª posa junto a un cuadro de san Bernardo, en nuestra Iglesia.

Ana Mª posa junto a un cuadro de san Bernardo, en nuestra Iglesia.

¡Mi amigo Guille!

Ahora estamos en un tiempo donde parece que la valía de la persona es: Cuántos amigos o seguidores tienes. He tenido la gracia de que Jesús ha dejado un poquito de su presencia regalándome amigos. Sus rostros me acompañan.
Pero ahora que estoy lejos de ellos, alguien me ha invitado a enviarles la solicitud de amistad a otras personas, ¡cubiertas de polvo!, pero sus vidas son tan actuales como el último diseño navideño de la Coca-Cola.

Y estos son los Santos, donde se cumple un poco lo del salmo 54: “Pero eres tú mi compañero, mi amigo y confidente a quien me unía una dulce intimidad: juntos íbamos(vamos) entre el bullicio por la casa (mi mente y corazón) de Dios” …quizás se piense que la distancia y la soledad me han llevado a conformarme o resignarme a estos amigos, pues, absolutamente ‘No’; aparte de tener una comunidad, es que mis deseos me invitan a una renuncia y me llevan a elevar la amistad de una manera más plena. Porque en este grupo de amigos, todos tenemos la misma afición: es el Amor, por Cristo, con Cristo y en Cristo.
guille_textoEl último amigo que ha entrado en mi grupo es un monje que fue Abad Benedictino en Saint Thierry, del siglo XII, que por su anhelo de otro género de vida monástica más sencilla y radical, orientó sus aspiraciones hacia los Cistercienses. Tuvo suerte de conocer a San Bernardo (otro amigo en común) y poco tiempo después le visitó en Claraval. Quedó profundamente impresionado de él. Permaneció con él unos días, orando juntos y compartiendo sus anhelos espirituales y sus aficiones literarias. Guillermo dejó el pectoral benedictino y se hizo solo “monje” cisterciense en el monasterio de Signy (Francia) Entre ellos existió una amistad muy intensa y profunda que duraría hasta el final de sus vidas.

 Para mi amigo Guille el eje de la vida monástica es el Amor y la Contemplación; donde la verdadera sabiduría se aprende en el claustro y no en las escuelas seculares porque el monasterio es una “Schola caritatis”. Guillermo desarrolla lo que es para él la perfección cristiana en tres etapas:

 1eroel hombre animal: es el hombre que vive dependiendo de los sentidos corporales y vive replegado en sí mismo, sin dejarse dirigir por nada ni nadie (soberbia e insensatez), solo por sus deseos desordenados. El típico: si me gusta, si siento, si veo o si tengo gana o no. Gracias a Dios, tiene la posibilidad de volverse a Dios y vivir dirigido a su voluntad. Entregándose a su Autor para que ÉL le dé forma a esa materia primaria. Dice el salmista “Era un estúpido y no lo comprendía, era como una animal ante ti…Pero yo estaré siempre contigo, tú tomas mi mano y me conduces a un destino glorioso” (Sal: 72)
2doel hombre racional: es cuando Dios le hace gustar un poco de la contemplación y el hombre racional dirige su alma, su voluntad y su razón por la gracia y la verdad a su objetivo propio: Dios.
3eroel hombre espiritual: El hombre gusta y saborea los bienes de Dios y se transforma en contemplación amante. El Espíritu Santo recrea y vivifica a todo el hombre haciéndolo libre de toda afección y que este avance hasta Dios, de tal modo que no solo quiere lo que Dios quiere, sino que su afecto es tan perfecto y exclusivo que no puede querer nada distinto, porque querer lo que Dios quiere es SER semejante a Dios, Ser lo que Dios es. Esta semejanza lleva al alma a amar e imitar a Cristo. Y siente tal amor por su Amado que solo desea vivir unido a ÉL y con-formarse como una sola cosa y espíritu con ÉL.

 “Que otros sirvan a Dios, vosotros debéis uniros a él. Que otros crean, conozcan, amen y veneren a Dios; vosotros debéis saborearle, apretarlo, compenetraros con él, Gozarle…” esta es la búsqueda del monje para Guille.
Lo que me atrae tanto de Guillermo es su sensibilidad, verdad y la humanidad, muy propia de la espiritualidad Cisterciense.

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Bueno, ahora les comparto la segunda parte del libro que son las meditaciones, pero las fusioné (complementé) con la lectura de Éxodo 33, el deseo de Moisés por ver el rostro de Dios.

Me sedujiste señor y me dejé seducir y algo en mi interior me dice: “Buscad su Rostro” Señor, me uno a la voz de Moisés y digo “déjame ver tu gloria”, Si, Señor tu rostro busco, no me ocultes tu rostro…No rechaces con ira a tu siervo. Estoy delante de ti como un mendigo, un ciego, y un perro famélico, esperando las migajas que caen de tu mesa, y digo: ¡No, veo! ¡Haz que vea! ¿Dónde estás Señor, dónde estás? y ¿dónde no estás? Sé cierto y estoy seguro que ahora estás conmigo, que en ti nos movemos y existimos, y que en tu presencia arde y desfallece mi alma por causa de tu salvación. Estoy convencido de que tú estás conmigo, lo sé, lo siento, adoro y doy gracias, pero ¿Por qué no estoy contigo?, ¿Qué lo impide?, ¿Qué lo estorba? Si tú estás conmigo haciéndome bien, ¿Por qué no estoy gozándote, como el bien de todos mis bienes?, ¿Será por causa de mis pecados? Entonces ¿dónde está el que los ha quitado y losjunto a la cruz ha clavado en su Cruz?
Le dijiste a Moisés, “ponte sobre la roca”, y Cristo se afirmó como la roca angular. ¿Acaso no le amo? Señor, tú lo sabes todo, tu sabes que quiero amarte. Si esto no te basta, a mí tampoco me basta; porque nada es bastante a mi alma si por tu gracia no te goza.
Ya percibo Señor, una cierta fragancia tuya, si me embargara no buscaría ya nada más. Es cierto, que de vez en cuando me envías unas migajas de consuelo, pero ¿Qué es eso para las ansias de mi hambre? Te ruego que digas a mi alma, tú su salvador, por qué le has inspirado tu deseo; ¿acaso únicamente para atormentarme, desgarrarme y matarme? ¡Ojalá me hubiese matado! Me decido Señor, apagar este fuego, sino goza de tu rostro ¿para que la imaginación?, ¿Qué representan los sentidos? ¿Qué pueden la razón y la inteligencia? Comprendo que nadie puede ver tu rostro y seguir con vida… Oigo una voz que me grita: “¡Hijo de hombre! Mira a lo alto, toma tu flecha (deseo), apunta y lánzala muy alto, que si ella baja tardará en caer, porque han seducido a tu Eva”.

Por favor Señor, ¿es este mi infierno? Pues que lo sea y nunca deje de atormentarme y yo nunca cese de arder en él. Que no me deje respirar en “cosa” alguna, ni por un día, ni por una hora, ni siquiera por un momento hasta que comparezca en tu presencia.
¡Misericordia!, Señor, perdona al hijo de tu esclava (la Iglesia) Perdona, mi maldad e impaciencia, todavía nos Jesús misericordiosoatrevemos porque ardemos. Tu fuego nos incita, el que viniste a arrojar en la tierra y quisiste que ardiera intensamente. Como tu apóstol Pablo en su deseo y amor decía: “Todos nosotros contemplando a cara descubierta la gloría del Señor, nos vamos transformando en su imagen con esplendor creciente”  Este hombre tuyo iba a tu encuentro, no huía y se tapaba la cara como Moisés. ¡Te ruego por tu bondad Señor rescátame de esta tierra extrajera que es la desemejanza de ti! Di a mi alma qué deseo tiene cuando desea tu rostro. Pues, tan ciega se siente, tan turbada la experimento, que se consume por el deseo ignorando muchas veces lo que realmente desea. ¡La Caridad, El Amor, Amor! El Amor de tu amor me apremia, lo sabe lo ve, soy un mendigo de tu gracia.
El Espíritu, tu Espíritu Santo sopla donde quiere, va a donde quiere y cuando quiere, muy sublimemente me invita a bajar a las bodegas donde habita el Hombre más bello de los hombres, Tu Hijo, ¡Que me bese con un beso de su boca, mejores son que el vino sus amores! y ¡Qué bien se está aquí! ¡Qué agradable permanecer aquí! ¡Ojala pudiera morir!
Señor, nos has llamado para que seamos ¡dioses e hijos de Dios! Y aunque todavía no aparece lo que seremos, solo lo veremos tal cual es y de este modo “Gustad y Ved qué bueno es el Señor”

 ¡Gracias, Señor por tu misericordia y el estar aquí!  hermana Ana María



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